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¿Por qué las empresas cada vez son más abiertas en apoyar a la población LGBTQ?

“Sé plural como el universo” es una de las frases que leemos en nuestro día a día en postales, grafitis y en todo tipo de anuncios, aludiendo a la necesidad de tener una comprensión más amplia del mundo. Estas palabras pertenecen al poeta portugués Fernando Pessoa, pero se han convertido en una de las máximas del mundo contemporáneo que se abre poco a poco a formas más amigables de habitar el espacio y de que convivamos unos con otros teniendo tolerancia y apertura hacia nuestras diferencias. 

Esa necesidad de apertura e inclusión trasciende los intereses individuales y llega con muchísima fuerza a instituciones públicas y privadas con la idea de que todos podamos aportar un granito de arena contra la discriminación y exclusión de todo tipo de personas. En este artículo hablaremos sobre por qué las empresas deben ser cada vez más abiertas a apoyar la población LGBTQ.

Lo primero que tenemos que entender es el tema en términos generales, pues a lo largo de la historia el mundo solo ha entendido a las personas a través de códigos de identificación binaria que nos dicen que solo hay hombres o mujeres, por lo tanto lo sexual se vincula a lo identitario para señalar que hay comportamientos propios de los hombres y comportamientos propios de las mujeres, dejando de lado muchas otras formas de ser y habitar el mundo que tienen como base la diferencia y la pluralidad. 

Estas ideas se dan porque dicha concepción binaria de la sexualidad desconoce la complejidad del género y crea nuevas formas de exclusión, pues quienes no se adhieren a las lógicas biologicistas que impone el sexo quedan al margen. Esas ideas de la sexualidad basadas en lo biológico, básicamente desconocen el género como una construcción cultural y social.

Así, en nuestra vida cotidiana, vemos como durante siglos se nos ha llevado a pensar que hay funciones laborales que normalmente solo pueden desarrollar las mujeres y otras, que los más usual es que sean realizadas por los hombres, excluyendo en primera instancia, entre ellos y luego a todo aquel que no se sienta identificado como hombre o mujer.

De allí la necesidad de combatir la discriminación, pues múltiples investigaciones han demostrado durante el siglo XIX y XX que no hay funcionalidades vinculadas al sexo y que, más allá de los rasgos identitarios, sexuales y físicos, las empresas buscan habilidades específicas que estén al servicio y cumplan con las necesidades que les exigen sus trabajos particulares. 

Además, existe la necesidad de desmontar ciertos estereotipos, pues como señala Jaime Escobar Triana, médico y magister en filosofía, en su investigación Diversidad sexual y exclusión: “el poder y la jerarquía se instauran sobre esta base binaria identitaria y quienes no coincidan con el sexo anatómico se someten, de manera injusta, a la discriminación y al sufrimiento, en ocasiones, consagrados jurídicamente, y son marginados en una organización social basada en el fundamentalismo identitario.”

Esto deja como resultado la necesidad de que las empresas, por responsabilidad social, contribuyan (desde su papel como empleadores) a crear un mundo más abierto y con posibilidades para todo tipo de personas, sin que importe su sexualidad pues las personas deben ser valoradas por sus habilidades y su trabajo antes que por otras condiciones.  

En 2012, conciente de la existencia de un mundo laboral que discrimina, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) creó el proyecto “Identidad de Género y Orientación Sexual: promoción de los derechos, la diversidad y la igualdad en el mundo del trabajo” a partir del cual se buscaba generar conciencia sobre la importancia de la diversidad en los entornos de trabajo. 

A partir de sus investigaciones se dictaminó un panorama muy general de lo que sucede en el mundo, dejando entre las conclusiones algo que es evidente: hay discriminación y acoso frente a la población LGBTQ y esta empieza en la etapa de escolarización y se extiende hasta el mundo laboral, donde las víctimas pueden llegar a sufrir hostigamiento, abuso sexual, acoso o maltrato físico. 

Para solucionar estos problemas las empresas podrían contribuir de muchísimas maneras. La primera de ellas es tratando de transformar el modus operandi frente a estos temas, entendiendo que antes que la condición sexual y física de un trabajador, está su talento y lo que esta puede otorgar en términos laborales. Entendiendo este panorama, las organizaciones se abrirán con mayor facilidad a todo tipo de trabajadores.

Además, es ideal que las empresas vayan mucho más allá y creen canales de comunicación y educación en torno a la diversidad sexual, pues la información y la cobertura mediática que se crea sobre el tema puede influir, generando un giro hacia una mayor tolerancia, ya que las actitudes de respaldo social suelen aportar muchísimo frente a la normalización de la llamada “diferencia”. 

Otra recomendación es crear políticas favorables, que prohíban la discriminación y promuevan la igualdad y la diversidad por motivos de orientación sexual e identidad de género, pues los prejuicios contra las personas (sin importar los motivos) pueden obstaculizar la contratación y la promoción del candidato o la candidata ideal para un empleo. Además, es importante tener en cuenta que una fuerza de trabajo diversa podría ser muy útil en términos creativos ya que aportaría ideas diferentes y otras maneras de hacer las cosas que incentiven la innovación y la apertura a nuevos mercados.

Por último, debemos señalar que lo más importante es el compromiso que la empresa tenga en torno a la inclusión y por ende transmitiremos a continuación el decálogo, creado por www.expoknews.com, sobre los pasos que debe tener en cuenta una empresa incluyente y progresista para incentivar la apertura de sus empleados a temas LGBTQ:

  1. La inclusión no es un tema de filantropía, sino de derechos humanos.
  2. El respeto a la diversidad debe ser parte de la cultura organizacional.
  3. El compromiso de los directivos es fundamental para hacer de la inclusión una realidad.
  4. El respeto a la diversidad debe darse de forma natural, no responder a una crisis.
  5. Capacitar a todos tus colaboradores y resolver dudas les ayudará a adoptar procedimientos incluyentes de forma cotidiana.
  6. Respalda estas prácticas con una polìtica que garantice su cumplimiento.
  7. Implementa procesos de seguridad y promueve conductas adecuadas para un mejor ambiente de trabajo.
  8. Considera las adecuaciones necesarias para que todos laboren de forma cómoda y no encuentren obstáculos para su desarrollo.
  9. El lenguaje cotidiano debe adquirir una perspectiva de derechos humanos. Evita palabras como ¨discapacitado¨ o ¨vieja¨.
  10. Sensibiliza a tus públicos internos y promueve la inclusión al exterior. Sé un agente de cambio.